miércoles, 18 de mayo de 2011

SILENCIO (Cuentos Oscuros Para Leer con la Luz Encendida)

                                                             Silencio

Ella era un tormento para mí. Me molestaba todo, su belleza, su pulcritud, su inteligencia. A veces cuando iba a buscarla a la facultad, la encontraba hablando con los lingeras  o con los mocosos de la calle. Decía que lo hacia por que esa gente no tenía a nadie y que no le costaba nada pasar un rato con ellos. Que asco, todos sucios y harapientos. Pidiendo comida, rogando por una moneda.
Ella además de bonita, era muy buena amante y también eso me molestaba. ¿Como podía saber  que era lo que yo quería, antes de que se lo dijese? No, no estaba bien.
Estábamos juntos hacia ya tres años, pero los últimos dos, fueron un infierno. Ella se reía todo el día, visitaba amigas, estudiaba, la pasaba bien. Y yo, bueno, yo la seguía. La acompañaba a todos lados, ponía cara de feliz y afortunado, todos se acercaban a mi y decían  -que hermosa pareja que hacen ¿Cuándo se casan?- ¡Pronto! decía yo, pero por dentro pensaba, ¡Nunca! No la soportaba.
Una tarde llegó a casa  y me colmó la paciencia. Vino hasta mí, con una sonrisa de ensueño y esos ojos marrones como estrellas y me beso, me beso con ganas y por un largo rato. Me acaricio la mejilla y me dijo que era el mejor hombre del mundo. ¡Me lo dijo a mí! ¡A mi que la detestaba! Le pegué una bofetada que me dejo la mano ardiendo. Ella no entendía, estaba desconcertada y comenzó a llorar como una nenita. Sus lagrimas me enfurecían, le grite que se calle, que ya no llorará más, pero  eso solo aumentaba su llanto. -¿Por que me pegas?- ¡Por que te odio! ¡Por qué me das asco! Le espute sin ninguna culpa. Ella corrió hasta el cuarto y como siempre, yo la seguí. Quiso cerrar la puerta, pero me le adelanté, metí mi pie entre la puerta y el marco y aunque se cansó de golpearme y forcejear, no logró lo que pretendía.  -¿Que pasa? ¿Por qué me haces esto? si yo siempre hago todo por vos y...- -¡¡¡Silencio!!!- Mi grito hizo callar hasta los árboles que silbaban entre sus ramas. – ¡No quiero que hables más! ¡Estoy harto de que hables! ¡Estoy arto de que te rías! ¡Estoy harto de que seas feliz!- Ella seguía llorando y cada lagrima suya, era una provocación para mí.  El odio crecía y sus lágrimas fueron las gotas que rebalsaron el vaso de mi ira. Camine dos pasos hasta ella que me miraba aterrada. No levanté la voz. –Sacate la ropa- Ella negó con la cabeza y se alejo un poco. –Sacate la ropa- Mi vos me recordaba al gruñido de un lobo.
 –Por favor amor, no me hagas nada- Sus suplicas abrieron la jaula del la bestia que hay en mi.  Grité como un loco y me abalance sobre ella. La tomé del cuello con una mano y con la otra le arranque todos los botones de la camisa de una sola vez. Luego arranque su sostén dejando sus pechos al descubierto, libres y hermosos. La tire boca abajo sobre la cama y le subí la falda, no quería hacerle el amor, quería violarla, ultrajarla, quería hacerle daño... y lo hice.
Después de ese momento, me senté en el comedor a mirar televisión. Ella no salió de la pieza ni para comer y eso que le había preparado lo que más le gusta, pero no salió, ni siquiera  dijo nada cuando la llamé.
Al día siguiente llamaron de su trabajo para saber por que había faltado y yo les tuve que mentir y a mi, no me gusta mentir, pero ella no quería hablar con migo y si no hablaba conmigo, como iba yo a saber por que no fue a trabajar.
Unos días después, me acerque hasta la habitación donde ella decidió quedarse  encerrada y abrí la puerta con mucha suavidad. Ahí estaba, recostada boca abajo, en silencio. La falda amontonada sobre su cintura le dejaba medio cuerpo desnudo.  Parecía dormida así que no quise molestarla, cerré la puerta y me fui a preparar la cena.
                                        S.S
                                                                                                                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario