jueves, 24 de mayo de 2012

-.La.Mancha.en.la.Vereda.-(Mis Relatos Desgramatizados)

La Mancha en la Vereda

En el instante previo a que penumbra definitiva nos extinga para
siempre, es cuando más claro vemos.
En ese momento, cuando en brillantes fotogramas, delante de nuestros
ojos observamos uno a uno los momentos menos recordados, como si
alguien o algo quisiera que no nos perdiéramos ni siquiera de un
segundo de nuestras vidas, ya sea para rememorar lo felices que fuimos
o para restregarnos en el rostro lo miserable de nuestros días, es
cuando el brillo clarificador de las ideas superiores nos dejan ver lo
estúpidos que fuimos, lo geniales que podríamos a ver sido y lo tarde
que nos dimos cuenta de todo ello.

En el piso de abajo, el séptimo piso,Una brillante luz
blanca. Sobre un diván, recostado leyendo un libro que parecía eterno,
un muchacho de facciones orientales (chino, japonés, coreano…no sabría
decirlo…) acompañaba la lectura con el “Amor Brujo” de don Manuel de
Falla. Durante una fracción de segundos, disfruté aquella melodía que
conocía desde la infancia… que bella era y que pocas veces la había
disfrutado realmente…

En el sexto, una pareja miraba  televisión con las luces apagadas…
eran jóvenes y parecían despreocupados, felices… en sus rostros se
dibujaban sonrisas, el estaba perdido en ella, enamorado; ella lo
amaba para toda la vida. Claro que la celeridad de mi paso no me
permitiría asegurar esto, no podría jurarlo, solo puedo decir que,
estoy casi seguro de lo que afirmo.


El quinto piso era un caos. Una familia, al menos eso parecía, cenaba
en torno a una mesa redonda. El padre parecía resignado, no sé ante
que situación, ante que realidad, pero su rostro denotaba una entrega
total a lo que le tocaba vivir, una entrega que no lo hacía del todo
feliz…
La madre, desalineada, con rostro desencajado, intentaba que los tres
niños que había en la escena no terminaran por enloquecerla.

El cuarto piso emanaba un hedor que calentó mis más bajos instintos.
Un hombre y una mujer hacían el amor contra una pared. Ella abrazaba
la cintura de su amante con sus piernas y quebraba su cintura con un
rítmico gemido silencioso. El le besaba el cuello sin dejar de
murmurarle  cosas a su oido… esos segundos, parecieron más extensos
que los demás…pero también fueron breves…

El tercer piso estaba completamente oscuro. El cristal en conspiración
con la luna, me regalaron el reflejo de mi imagen… joven, pero no
tanto, bello, pero en decadencia. Alegre, pero no dichoso…cerré los
ojos, no quería verme.

 En el segundo piso, pude ver a una mujer muy joven sentada sola sobre
un sofá, quieta, sin hacer nada, al menos en apariencia…
Ahí estaba, mirando algo, pensando en algo, perdida en las lagunas
vidriadas de sus ojos. Cuanta angustia se percibía en aquella  niña
grande. Un par de horas antes, a lo mejor, hubiéramos hecho una buena
pareja…

El primer piso lo conocía. Había pasado horas y horas en el leyendo
libros interminables, viendo televisión, cenando caóticamente en
familia, haciendo el amor de manera frenética en incluso, haciendo
nada, mirando la pared, muriendo de angustia…
Dicen que por un acto reflejo, uno siempre extiende sus brazos y pone
las manos intentando salvarse del impacto, pero yo no lo hice… seguí
observando.
El primer piso pronto fue planta baja, y luego, vereda…y
luego…
             S.S