El bastón golpeaba contra los cerámicos color madera, resonando
apagado, amortiguado por la goma negra y destartalada que se aferraba
a su extremo inferior, como se aferra un insecto moribundo a una hoja
que flota en el agua turbia de un río caudaloso.
Tac…tac…tac… impiadoso…
La sala de espera, salvo por nosotros dos, estaba vacía. Ambos
estábamos ahí por lo mismo, sin privilegios, sin excepciones, sin
libertades diferentes…pero, yo no tenía bastón, y él sí… yo no tenía
detonaciones contra los cerámicos color madera, y él si… tac… tac…
tac… tac…
Por la cien le rodaba una lágrima de asqueroso sudor, desde donde
estaba, podía oler su hedor agrio… tac, tac, tac. Parecía calmo, pero
frágil, frágil y perdido en algún mundo muerto y lejano. Sus ojos lo
decían todo. Tac…tac…tac…
No podía dejar de verle, fijo, con furia, intentando atravesarlo con
mi mirada, pero él ni siquiera se había percatado de que yo estaba
presente…solo golpeaba los cerámicos color madera con su bastón. Tac,
tac, tac, tac, tac…egoísta, apropiador del todo que lo rodeaba,
observador de todas las imágenes que nos envolvían, acopiador del aire
que nos pertenecía…tac, tac, tac, tac, tac…me ignoraba, sin saber que
estaba ahí, se burlaba de mí con toda crueldad. Tac, tac, tac…
Estallé.
El silencio ganó la sala. El tac insoportable del bastón que golpeaba
contra los cerámicos color madera, resonando apagado, amortiguado por
la goma negra y destartalada que se aferraba a su extremo inferior,
como se aferra un insecto moribundo a una hoja que flota en el agua
turbia de un río caudaloso, solo se oía en mi, en mi furia.
Antes de que yo mismo pudiera darme cuenta, me encontré parado en
frente a él. Su bastón estaba entre mis manos, mis brazos tensos hacia
atrás, los sobre mis hombros… la velocidad del viento marcó el
recorrido que terminó incrustando la empuñadura del bastón en la cien
de aquel hombre… cuando el bastón golpeo contra el cráneo, un sonido
perfecto sonó por ultima vez… tac…
(S.S)
