martes, 15 de febrero de 2011

"HAMACAS" (Relatos Desgramatizados)

                            “Nunca me gustaron las hamacas, pero las hamacas, no me hacían llorar”

Nunca me gustaron las hamacas. Ir y venir atado a un punto fijo, sin más control que el de un par de cadenas que nunca terminaban de darme la seguridad de que no se romperían, no era para mí la idea de diversión que todos encontraban en este invento maquiavélico. Con tan solo ver uno de aquellos artefactos, algo en la parte trasera de mi cerebro comenzaba a titilar, como si mi inconciente supiera que mi vida sería un gran vaivén, por momentos descontrolado, por momentos vertiginoso, por momentos, indescriptibles, tristes, in entendibles.
A pesar de que, no solo les tenía pavor, sino que además les tenía gran aprensión, no me gustaban, ¡las odiaba! y seguro que ellas me odiaban a mi, siempre terminaba subido a una y bamboleándome de un lado al otro.
 Primero me impulsaba suave hacia atrás y me dejaba venir con el impulso lógico y previsible de las leyes de la física, entonces empezaba la función.  El estomago empezaba a revelarse, comenzaba a demostrarle al resto de mi cuerpo que podía tener vida propia y hacer que otros órganos vitales se alíen a él y también comiencen a manifestarse en contra de aquella auto infringida tortura. No faltaba la agitación y de la mano de esta aceleración del aliento llegaban las palpitaciones, la ansiedad y la seguridad de que, definitivamente, las cadenas, se iban a romper. Entonces el pánico paralizante, hoy, viejo conocido  y respetado compañero de caminos, clavaba mis talones en la tierra frenando drásticamente mi suave ir y venir. Cuando todo estaba calmo y las cadenas dejaban de crujir, una languidez que empezaba en el  estomago y trepaba hasta el centro mismo de mi pecho, marcaba el comienzo de otra etapa. El manto gris de la melancolía comenzaba a abrazarme, manso, como una madre ladrona que robó un niño de alguna cuna desprevenida.
  Después, sin entender el porque, empezaba a llorar.
                                                                                               S.S.

                
                                                                           

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