miércoles, 17 de agosto de 2011

"EL DÍA DESPUÉS DE QUE NEVO EN BUENOS AIRES" (Relatos Desgramatizados)


     El día después de que nevó en Buenos Aires

Yo no entiendo ni tolero a esa gente que por hacerse los intelectuales, los modernos, escriben sin respeto alguno por las reglas gramaticales. A esos que escriben cosas cruzadas ejemplo por como… “Noche, estrellas, sol…” entiende nadie hacer que quieren es lo que!!! Ahora, cualquier escribidorcito de segunda y un poco de dinero, saca un libro con ciento sesenta y siete páginas en blanco.


En fin. Igual, no era eso lo que yo quería contar, yo quería contarles la maravillosa historia del día después de que nevó en buenos aires. Agradezco a Dios la posibilidad de haber vivido tal experiencia.
Si ustedes creen en el más allá o no, no lo sé, y les juro por las uñas de mis dieciséis dedos, que tampoco me importa, pero estoy seguro de que cuando conozcan esta historia, creerán...

Pero quiero apresurarme, me temo que no soy el único que ha vivido tal experiencia y tengo miedo de que sea un modernista deformador de las buenas formas, quien se las cuente antes que yo y empiece con todo eso del dadaísmo, de la patafísica o del tarataretismo o como se llame. ¡No lo soportaría! ¡Imagínense! “la noche era más oscura que la sangre que emanaban sus venas abiertas a la luz de la luna” ¡Sería una bajeza! ¡Sería llevar los acontecimientos a un plano menor! ¡a una vulgar narrativa de poeta de mesa de café! “Cuando el sol bajó a su noche, y él lo apuñaló por la espalda…” si… podría ser, pero igual, ¡No! Mía es historia mí, mismo yo cuento la y. ¿Moco nav a bersa ol euq oy tisen?


Intenten abrir sus mentes, yo comprendo que quizás sea difícil, pero lo que les voy a contar, además de absolutamente maravilloso, es la más pura y absoluta verdad… algún día, alguien escribirá un guión con esta historia y harán una gran película… ¡O no! Ojalá que no. Si hacen eso, seguro la arruinarían… Empezarían con los efectos visuales, rayos, tetas, tinta roja por todos lados… no… no habría imaginación que pudiera plasmar mi historia en una pantalla de cine, por más grande que esta fuera.

Esa noche, yo estaba escuchando “Sorba el Griego” cuando todo empezó. A veces las cosas pasan así, sin explicación, por que tienen que pasar, como aquel día. Bueno, estaba escuchando Sorba El Griego cuando todo empezó… Antoni Queen bailaba ese tema como nadie, hubo varias versiones de ese baile, pero como Antoni Queen, no lo bailaba nadie. Si él contara esta historia me quedaría tranquilo, seguro que él no diría cosas tales como… “Yo no entiendo a esa gente que por hacerse los intelectuales escriben sin respeto alguno por reglas gramaticales. Escriben cosas cruzadas ejemplo por como… “Noche, estrellas, sol…”
-¡No sabés que hermoso el sillón que me regalaron los chicos! ¡hay días donde los quiero matar! Pero son buenos muchachos…

Cuando el sol bajó a su noche, y él lo apuñaló por la espalda
 La oscuridad cayó en estruendos blancos sin sonido
y volvieron los recuerdos inexistentes a dormir en el olvido
la noche era más oscura que la sangre que emanaban sus venas
 abiertas a la luz de la luna

Y recordé tu piel, cuando era clara
Y recordé tu piel cuando no eras nada…

¿De qué hablábamos? ¡A sí! ¡De esos escribidores! Nadie se acuerda de los grandes letristas tales como por ejemplo Dieguito Gastón, que se sentaba tres bancos adelante mío en la primaria… o de Laurita… no, ella no escribía, cocinaba o hacia jardinería, no me acuerdo… pero, olvidarme de esa noche, imposible.
No pretendo ser arrogante, pero menos mal para ustedes que esta historia la contaré yo, si no, perdería gracia.
Estaba escuchando “Sorba el Griego” cuando todo empezó. A veces las cosas pasan así, sin explicación, por que tienen que pasar… Como aquel día. Bueno, estaba escuchando Sorba El Griego cuando todo empezó… Laurita estaba en el jardín, arreglando las plantas, ella sí que sabía cuidar el jardín, trataba a las rosas como a sus propios hijos… aunque…aun hoy, no los tiene, de hecho, ni siquiera tiene jardín. Dieguito escribía en su propio escritorio. Sus letras crepitaban eternamente a las llamas heladas de un techo de estrellas, ardiendo para siempre en un  tacho chueco y chiquito de chapa. Sorba bailaba y yo miraba por la ventana de mi cabeza como pasaba por delante de mí, una comparsa de hormigas uruguayas. Las hormigas uruguayas son iguales a las de acá, solo que uruguayas, es más… les gusta llamarse, a ambas, hormigas rioplatenses.
En fin, Dieguito y laura jugaban en el arenero y algunos nubarrones invisibles recubrieron el techo de mi casa. Abúlico, característica sobresaliente de mi persona, no podía decidirme si quedarme y ser victima de aquellas nubes, o atarme una soga al cuello y salir volando por la ventana. Tanto me costó decidirme que… el tiempo pasó, la tormenta estaba sobre mí y yo, sin decisión alguna, me quedé sentado en el viejo sillón de la sala… Ese sillón era maravilloso, mi mama siempre se sentaba ahí porque decía que era el más cómodo de la casa, ¡y era verdad! Lo habíamos encontrado cuando éramos adolescentes con mi hermano. Caminábamos por la calle y estaba solo en la parte trasera de una camioneta… lo cargamos en nuestros hombros ¡y a correr como diablos!
 La cuestión es que la tormenta me miraba justo desde arriba, y yo sin saber que hacer… Las cortinas empezaron a bailar al son del silbido del viento y yo… nada… tomé un papel y un bolígrafo. Empecé a tamborilear sobre mi rodilla y, justo cuando empezaba el estribillo de la canción… una nube, sólida y helada, aterrizó sobre mi cabeza. Otra mojó el centro de la hoja y una tercera calló  sobré la nariz del perro que, si yo estaba asombrado por esa imprevista caída de nieve, no daba crédito a aquel acontecimiento climático desconocido para él. ¿¡Nieve en Buenos Aires!? Preguntó asombrado… si querido amigo, extraño, pero cierto… ¡En mis cuatro años, o sea, en mis veintiocho años perrunos…dijo mi amigo, mirándome con esos ojos de perro que solo tienen los perros… nunca había visto cosa parecida!
Y ahí nos quedamos, congelados, muertos, inundados de nieve. Con una sonrisa firme y absoluta. Los ojos abiertos, las pupilas grandes y negras, dos tambores palpitaban desde el cielo como una ofrenda, como un sobrevolar de humo dulce y armonioso. Danzábamos en nuestra imaginación… llegamos a un trance sordo y nos convertimos en luces amarillas, nos incendiamos y volvimos a caer en nuestros cuerpos… los entibiábamos con nuestra llama y los despertábamos con ternura. Estábamos de vuelta en casa. Sorba me propuso salir a cazar palomas con el aire comprimido, pero le dije que no, la verdad es que a Laura le dan un poco de miedo esos bichos… Laura es la única mujer que no besé, después al resto, las besé a todas… y no me jacto, lo comento nada más.
Sorba tomó el rifle que guardaba en el placard y salio hacia la calle a cazar sus venditas palomas y ahí fue cuando todo empezó…
Si ustedes creen en el más allá o no, no lo sé, y les juro por las uñas de mis dieciséis dedos, que tampoco me importa, pero estoy seguro de que cuando conozcan esta historia, creerán.
                                                                                                                              S.S
     R.I.P s.s

jueves, 4 de agosto de 2011

-.FOTOS.TUNIG.mias.-(Catalogo Instancia Rojas - G​abriela Gobbi - Festival de Danza CCRR Rojas)





s.s

Compartiendo se enriquece el espíritu creativo. La fusión de géneros, de pensamientos, de personalidades, logran una originalidad impensada y las alas del arte alcanzan un vuelo vertiginoso. A veces, este ejercicio se da por propia voluntad, otras, las que más me atraen, por puras causalidades (o casualidades, según el pensamiento filosófico de cada uno).
Por eso, humildemente, comparto mi pequeño arte, en devolución a esas maravillosas causalidades que me tocan vivir.
                                       (S.S)